¿Por qué seguimos cayendo en los mismos errores?
La ciberseguridad lleva años siendo una prioridad. Aun así, cada semana aparece una noticia nueva sobre empresas hackeadas, datos filtrados o sistemas paralizados por ransomware. ¿Qué está fallando?
Los 5 errores de ciberseguridad más comunes y cómo evitarlos
En TRUST Lab lo vemos a diario: muchas organizaciones invierten en tecnología, pero siguen tropezando con errores básicos. No por falta de recursos, sino por falta de conciencia, estrategia o simplemente tiempo.
Este artículo no viene a señalar, sino a iluminar. Porque si sabemos exactamente dónde estamos fallando, podemos corregir el rumbo con inteligencia y rapidez.
Subestimar la importancia de la formación interna
Los ciberataques no siempre comienzan con un hacker sofisticado. Muchas veces, empiezan con un clic mal hecho.
Uno de los errores más repetidos (y peligrosos) es no formar adecuadamente al equipo. No se trata solo de enseñar a crear contraseñas seguras, sino de algo más profundo: cultivar una mentalidad de seguridad digital.
Los ciberdelincuentes no entran por la puerta que más cuesta abrir, entran por la que queda entreabierta.
Si una persona no sabe identificar un correo de phishing, o no entiende por qué no debe usar un pendrive personal, la tecnología no podrá protegerte.
Invertir en firewalls y antivirus es importante, pero si el equipo no sabe cómo comportarse, estás construyendo un castillo sobre arena.
Buenas prácticas:
- Programas de formación continua, no sesiones aisladas.
- Simulaciones de ataques (phishing, por ejemplo) y análisis de respuestas.
- Manuales internos sencillos y actualizados.
- Responsables por área que velen por buenas prácticas.
Usar contraseñas débiles o mal gestionadas
Parece mentira, pero en pleno 2025 todavía hay empresas que usan contraseñas como “admin123” o “Empresa2024”.
Y sí, sabemos que recordar mil contraseñas es incómodo… pero eso no justifica poner en riesgo toda la organización.
Otro error frecuente: usar la misma contraseña para diferentes servicios, o compartir credenciales por email o WhatsApp.
La seguridad empieza por lo básico, y las contraseñas son la puerta principal.
Soluciones que funcionan:
- Uso obligatorio de gestores de contraseñas corporativos.
- Políticas de rotación periódica (mínimo cada 90 días).
- Activación del doble factor de autenticación (2FA) en todos los accesos.
- Monitorización de accesos sospechosos.
Recuerda: una sola contraseña filtrada puede abrirle la puerta a una catástrofe.
No mantener el software actualizado
El software desactualizado es un agujero legal para los atacantes. Cada día se descubren nuevas vulnerabilidades en programas comunes, desde sistemas operativos hasta plugins de WordPress.
Si no aplicas los parches a tiempo, dejas expuestas las grietas que ya son públicas.
¿Sabías que WannaCry infectó miles de empresas porque no habían actualizado un parche de Windows que se publicó dos meses antes?
Acciones clave:
- Automatizar actualizaciones cuando sea posible.
- Establecer rutinas de revisión semanal para sistemas críticos.
- Monitorizar boletines de seguridad de los fabricantes.
- Contar con herramientas de inventario y gestión de parches.
No actualizar es como tener una alarma… sin pilas. Puede parecer que estás protegido, pero en realidad, ya es demasiado tarde.
No tener un plan de respuesta ante incidentes
Imagina que mañana detectas un acceso no autorizado a tus servidores. ¿Qué haces? ¿A quién llamas? ¿Qué información necesitas preservar?
Si no tienes un plan claro, no solo perderás tiempo: perderás datos, reputación y mucho dinero.
Lo importante no es solo evitar el incidente, sino saber cómo actuar cuando inevitablemente ocurra.
Claves de un buen plan de respuesta:
- Designar un equipo de gestión de incidentes (incluso si es externo).
- Simular crisis al menos dos veces al año.
- Establecer protocolos de comunicación interna y externa.
- Documentar todo lo ocurrido para aprendizaje futuro.
Tener un plan no elimina los riesgos, pero multiplica tu capacidad de reacción y minimiza el daño.
Dar acceso de más sin control
Muchas veces, por comodidad o por desconocimiento, se otorgan accesos innecesarios a empleados, proveedores o colaboradores temporales.
El principio de mínimo privilegio dice: cada persona debe tener solo el acceso imprescindible para hacer su trabajo, nada más.
Cuantos más accesos sobran, más puertas abiertas dejas para un posible ataque interno o externo.
Soluciones que debes aplicar:
- Auditorías de accesos periódicas.
- Eliminación de cuentas inactivas o huérfanas.
- Gestión de identidades con control centralizado (IAM).
- Revisiones automáticas al cambiar roles o salir de la empresa.
El control de accesos es como el de llaves en un edificio: si cualquiera puede entrar a cualquier sala… estás perdiendo el control.
Otros errores que también deberías evitar
Además de los cinco grandes, hay otros fallos frecuentes que conviene tener en el radar:
- No realizar backups seguros y frecuentes.
- No cifrar la información sensible, ni en tránsito ni en reposo.
- Usar Wi-Fi sin seguridad adecuada, especialmente en sedes pequeñas o móviles.
- No hacer pruebas de penetración o auditorías externas.
- No tener una política clara BYOD (Bring Your Own Device).
Cada uno de estos errores puede parecer menor, pero en conjunto, pueden ser el talón de Aquiles de tu ciberseguridad corporativa.

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La seguridad empieza por lo básico
No hay fórmulas mágicas. Pero sí hay una regla de oro: haz bien lo básico, y ya estarás por delante del 90% de las empresas. Los errores que hemos visto no son nuevos. Pero siguen ocurriendo porque muchas veces no sabemos por dónde empezar, o no tenemos el acompañamiento adecuado. Desde TRUST Lab estamos aquí para iluminar ese camino, compartir nuestra experiencia y ayudarte a construir un entorno digital más seguro, práctico y humano.
Preguntas Frecuentes
Las empresas más vulnerables suelen ser las pequeñas y medianas empresas (pymes). No porque tengan sistemas menos complejos, sino porque en muchos casos:
No tienen personal dedicado a ciberseguridad, sino que el área IT (si existe) se encarga de “todo”.
No cuentan con políticas internas claras sobre gestión de contraseñas, uso de dispositivos personales o acceso remoto.
No hacen formación continua, ni pruebas de simulacro o campañas de concienciación.
Y sobre todo, no se consideran objetivos reales de ataque. Muchos líderes creen que un ciberataque solo afecta a grandes corporaciones, cuando la realidad muestra lo contrario: los ataques masivos, como el ransomware, se automatizan y afectan por igual a empresas grandes y pequeñas.
Un estudio del Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) indica que en España más del 70% de los ciberincidentes afectan a pymes. Esto no es casualidad: los atacantes saben que es más probable que una pyme tenga configuraciones básicas, accesos sin doble factor de autenticación o software sin actualizar.
La buena noticia es que, con medidas simples y bien implementadas, muchas de estas vulnerabilidades se pueden cerrar sin grandes presupuestos, solo con organización, consciencia y acompañamiento.
La frecuencia ideal depende del tipo y tamaño de la empresa, pero como mínimo se recomienda:
Una auditoría completa al año, que revise desde configuraciones técnicas hasta políticas de acceso, actualizaciones, backups y respuesta ante incidentes.
En sectores más sensibles (como banca, salud, educación o tecnología), lo recomendable es hacer una revisión parcial cada trimestre.
También debe hacerse una auditoría extraordinaria cada vez que se produzca un cambio importante en el sistema: migraciones de servidores, incorporación de software crítico, ampliación del equipo técnico, o después de haber sufrido un incidente de seguridad.
Además de las auditorías técnicas, es importante implementar simulacros internos, evaluaciones de riesgos y revisiones de cumplimiento normativo, como el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) o el Esquema Nacional de Seguridad (ENS), si aplica.
Una auditoría no es solo una revisión técnica, es también una herramienta de aprendizaje, de priorización y de mejora continua. Hacerla bien y con regularidad es una de las mejores inversiones en prevención.